Cuando se apagaron las luces, los casi 22 mil presentes estaban a la expectativa de ver a Parker, quien finalmente saltó al escenario apoyado no solo por unas muletas, sino también por estruendosos vitoreos y cualquier cantidad de aplausos. Físicamente herido, pero con el espíritu en lo más alto, el músico y sus compañeros comenzaron un concierto que se desenvolvería como si nada hubiese ocurrido.

Los temores de que el show fuera menor —que, de cualquier manera, no contó con el “ovni” que ha marcado la actual era del grupo— debido al estado físico de Parker resultaron infundados. Por dos horas completas, la banda repasó sus más grandes éxitos y su notable último álbum, The Slow Rush, cuyo concepto del tiempo y la de la salud médica parecen ahora una mala broma después de todo lo que Tame Impala ha tenido que pasar desde que comenzó la emergencia sanitaria.

Y así, como si se estuviera apelando a su última visita en el marco del Corona Capital hace poco más de un año, “One More Year” daba inicio a una celebración audiovisual para, sobre todo, celebrar la figura de un tipo que estaba arriesgando el físico con tal de no quedar mal con sus seguidores. “¡Kevin, Kevin, Kevin!”, lo animaba la gente cuando este hacía referencia a su condición o a cómo la fiesta tenía que seguir sin que ello importase.

Ya sea a propósito o no, la producción fue inteligente en mantener en semipenumbra el escenario, ocultando buena parte del tiempo a Parker, que estuvo sentado durante casi todas las canciones mientras tocaba la guitarra. Su voz, la música y los visuales hicieron el resto.

Conforme pasaba la noche, los pesos pesados se hacían sonar: “Elephant”, “Eventually”, “Mind Mischief”, “Lost in Yesterday”… La falta de actividad física por parte del vocalista fue compensada con el movimiento perpetuo en el público; los ánimos nunca bajaron. Prueba de ello fue la maratónica “Let It Happen”, cuya explosión sonora mantuvo atentos a todos de principio a fin.

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Y aunque el mentado ovni no estuvo presente en esta ocasión, nadie pareció extrañarlo. Los láseres, el confeti, las luces y los visuales casi alucinógenos fueron suficientes para redondear la experiencia multisensorial que representa a Tame Impala desde hace varios años.

El repaso por la trayectoria de la agrupación incluyó también una breve parada en el Innerspeaker; “Runway, Houses, City, Clouds” deleitó a los fans más asiduos. Y tras la interpretación de la siempre bien recibida “New Person, Same Old Mistakes” vino el segundo encore, que trajo consigo “The Less I Know the Better”, que, por supuesto, recibió la respuesta más vibrante de la audiencia.

Finalmente, las dos horas que habían pasado se convirtieron súbitamente en un parpadeo. El encuentro estaba a punto de concluir, y qué mejor que con otra referencia temporal. “One More Hour” puso fin a un espectáculo que confirmó el genuino amor que Parker tiene por sus fans y su compromiso absoluto por dar lo mejor de sí a pesar de las difíciles circunstancias, y eso siempre se agradece.

Por: Diegoberto